Un buscador de la Verdad puede tener muchas expectativas sobre lo que tiene que encontrar en su búsqueda, sobre lo que espera encontrar... y como eso puede hacer que nos perdamos en nuestras propias expectativas de lo que se "supone" vamos a encontrar.
El camino comienza por vaciarse primero de expectativas... de encontrar lo extraordinario...
Esta historia Zen nos relata que lo que encontramos es mucho más sencillo de lo parece... las apariencias no son la realidad.
En una ocasión el Maestro Bankei estaba trabajando en su jardín. Llegó un buscador, un hombre que buscaba al Gran Maestro, y preguntó a Bankei:
- Jardinero, ¿dónde está el maestro?
Bankei se rió y dijo:
- Espera. Atraviesa esa puerta y dentro encontrarás al Maestro. El hombre dió la vuelta y entró. Vio a Bankei sentado en un trono, era el mismo hombre que había visto fuera, el jardinero.
El buscador preguntó:
- ¿Te estás riendo de mi? Baja de ese trono. Lo que haces es sacrílego, ¿es que no tienes respecto a tu Maestro?
Bankei bajó, se sentó en el suelo y dijo:
- Bueno ahora lo tienes difícil. No vas a encontrar a ningún maestro por aquí... porque yo soy el Maestro.
Al hombre le resultaba difícil que un Gran Maestro pudiera trabajar en un jardín, que pudiera ser ordinario. Se fue... no podía creer que aquel hombre fuera el Maestro; perdió su oportunidad. Sus expectativas no le dejaron ver la realidad... no le dejaron ver la verdad...