Un monje caminaba por una estación de autobuses cuando de repente un hombre le amenaza a punta de pistola para robarle.
Inmediatamente después el monje sintió miedo; más tarde, odio. Estas emociones siguieron atenazándole, tanto que cuando llegó a casa lloraba en un mar de lágrimas. Cuando se lo contó a su alumno, éste le dijo:
- Después del mal rato que has pasado, ¿por qué lloras ahora?
El monje contestó:
- Me he dado cuenta de que si yo hubiera tenido la familia de ese hombre y hubiera vivido lo mismo que él, el de la pistola sería yo.
Cuento budista