sábado, 24 de noviembre de 2012

Nada sucede dos veces






Nada sucederá dos veces
ni sucederá, y por eso 
sin experiencia nacemos 
sin rutina moriremos

En esta escuela del mundo
ni siendo malos alumnos
repetiremos un año,
un invierno, un verano.

No es el mismo ningún día,
no hay dos noches parecidas,
igual mirada en los ojos,
dos besos que se repitan.

Ayer mientras que tu nombre
en voz alta pronunciaban
sentí como si una rosa
cayera por la ventana.

Ahora que estamos juntos,
vuelvo la cara hacia el muro.
¿Rosa? ¿Cómo es la rosa?
¿Como una flor o una piedra?
Dime por qué, mala hora,
con miedo inútil te mezclas.
Eres y por eso pasas.
Pasas, por eso eres bella.

Medio abrazados, sonrientes,
buscaremos la cordura,
aun siendo tan diferentes
cual dos gotas de agua pura.


Nada sucede dos veces
Wislawa Szymborska






miércoles, 21 de noviembre de 2012

Cambiar no duele nada




- Al verte llorar estoy pensando que cambiar debe de doler mucho.

- No, cambiar no duele nada. Lo que duele es permanecer donde ya no eres.

- Y si ya has experimentado la transformación que necesitabas hasta este momento... entonces, ¿porqué estás llorando?

- Porque me estoy despidiendo de esa parte de mi que se ha ido, que me sirvió en su momento y que no volverá...

El ángel del olvido






Papá — Hay un antiguo mito que dice que todos los niños, antes de nacer, están en contacto con las verdades de Dios. Pero en el momento de nacer un ángel les da un beso en los labios y les sella la boca. Es el ángel del olvido. Por eso los hombres tienen que aprenderlo todo; no recuerdan nada.

Flavio — Sí, es así. Pero yo ya estaba avisado, y cuando vino el ángel me esquivé, y apenas me tocó. Por eso me acuerdo. Es muy triste olvidarse. Ahora cada vez más niños van a traer el recuerdo de Dios. Pero lo más difícil no es recordar sino ponerlo en palabras.


Flavio con 5 años


Del libro, Vengo del Sol  
Flavio M. Cabobianco


jueves, 15 de noviembre de 2012

Manifestarse de corazón es manifestarse desde el corazón

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Los Seres Humanos tenemos una rica y variada amplitud en la cual manifestarnos, a través de los centros creadores que tenemos cada un@ de nosotr@s para poder hacerlo. La palabra es uno de ellos... Ser consciente de lo que dices y de como lo dices es un estupendo ejercicio para nuestra consciencia...




Te puedes manifestar desde la queja, desde el resentimiento, desde el rencor, desde la amargura, desde la ofensa, desde la indignación... 

Uno se puede manifestar desde la razón queriendo tenerla, apropiándose de ella, siguiendo su tendencia y/o haciéndola propia, como si la razón fuera algo a lo que agarrarse, queriendo tener la razón como única verdad posible... Desde la identificación con una creencia propia, ajena o impuesta como única posibilidad.


  





 Cuando la razón quiere tener razón el corazón se siente arrinconado



Pero que sucedería, ¿si por alguna vez, los Seres Humanos fuéramos capaces de manifestarnos desde el profundo amor que somos, capaces de Ser y de manifestar eso

Una manifestación masiva desde el corazón... ¿si te manifestases desde el Amor? Sin gritar, sin violencia, sin desprecio, sin rechazo, sin culpables, sin ataques, sin acusar, sin juzgar, sin etiquetar... Desde la presencia, el silencio y el Amor... desde lo más profundo que hay en ti, en mi y en cada Ser Humano... dejando que el movimiento de la mente se aquiete.

Hoy he elegido manifestarme desde el corazón... donde los Seres Humanos poseemos Sabiduría, Voluntad y Amor.



jueves, 8 de noviembre de 2012

Cuando eres verdadero





- ¿Qué quiere decir verdadero? -preguntó un día el conejo- ¿Significa tener ese zumbido en tu interior y una llave que sobresale?

- Verdadero no significa como estás hecho -dijo el caballo Pellejo-. Es algo que te sucede. Si un niño te quiere durante mucho tiempo, y no te quiere sólo para jugar contigo, sino que te quiere de verdad, entonces te vuelves verdadero.

- Y ¿eso duele? -preguntó el conejo.

- A veces -respondió el caballo Pellejo, ya que siempre decía la verdad-. Cuando eres verdadero no te importa que te hagan daño.

- ¿Y sucede de golpe como cuando te dan cuerda, o poco a poco? -preguntó.

- No, no sucede de golpe -dijo el caballo Pellejo-. Te vas convirtiendo en eso. Se tarde mucho tiempo. Por eso, a menudo no le sucede a los que se rompen fácilmente, a los que tienen los cantos muy afilados, o a los que necesitan de muchos cuidados. Generalmente, cuando llegas a ser verdadero, estás despeluchado, se te han despegado los ojos y tus articulaciones estás sueltas y maltrechas. Pero todo esto no tiene importancia, porque cuando eres verdadero no puedes ser feo, excepto para los que no entienden nada... Cuando eres verdadero no te puedes volver otra vez irreal. Eso es para siempre.

El conejo de trapo
Margery William