domingo, 9 de febrero de 2014

Compasión, libertad infinita





Un monje caminaba por una estación de autobuses cuando de repente un hombre le amenaza a punta de pistola para robarle. 

Inmediatamente después el monje sintió miedo; más tarde, odio. Estas emociones siguieron atenazándole, tanto que cuando llegó a casa lloraba en un mar de lágrimas. Cuando se lo contó a su alumno, éste le dijo:

- Después del mal rato que has pasado, ¿por qué lloras ahora?

El monje contestó:

- Me he dado cuenta de que si yo hubiera tenido la familia de ese hombre y hubiera vivido lo mismo que él, el de la pistola sería yo.

Cuento budista







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